La meditación es un conjunto de prácticas ancestrales de autodescubrimiento e indagación del ser humano. La persona en su tránsito por este mundo necesita conocerse para entender el porqué de los hechos.
Muchas culturas han utilizado el camino del autodescubrimiento como la meta del ser humano más importante para alcanzar su autorrealización, es decir, la máxima evolución que podemos alcanzar como seres humanos.
La meditación no es una práctica solo para contemplativos, sino un conjunto de técnicas basadas en el funcionamiento de la mente y cómo poder aplicar el análisis, la observación y los métodos adecuados, para obtener el estado más puro de nuestra mente. Para ello, lo más importante es poder discriminar si lo que percibimos es cómo lo percibimos, o no.
¿Cómo puedo dudar de que lo que percibo es real? Los sentidos perciben una realidad, pero esta es limitada. Esta facultad sensorial del cerebro no es lo que se percibe en sí, porque dependiendo de la persona, de su cultura, su estado físico, etc. percibimos las cosas de una manera u otra. En el estado meditativo, la mente, desarrolla entre otras facultades, la capacidad de darse cuenta de si lo que percibe es importante o no, existe como tal o no es real, es decir, permite discriminar, seleccionar.
Esta sería una de las claves de la meditación, la capacidad de “darnos cuenta” La conciencia sensorial nos da una información que la mente interpreta según la clasificación, el nombre que se asigna a los objetos, las personas o cosas, animadas o inanimadas y siempre dentro del contexto, de nuevo, cultural, social, familiar, religioso, etc. a la cual ha sido designada. Es decir, la conciencia sensorial, a través de la conciencia mental; etiqueta, clasifica y ordena, según lo que conoce.
¿Puedo decir el nombre de una ciudad si no la conozco, aunque la esté visitando en ese momento? ¿ Puedo nombrar el país, la edad, la profesión de alguien que acabo de conocer? No, no podemos dar información que no tenemos archivada.
La educación y formación académica se ha basado y se basa en recopilar datos, archivar información, y guardarla en la memoria. Y sí, es muy útil, pero ¿realmente si tuviésemos toda la información existente, que parece algo imposible, seríamos mejores personas? ¿más inteligentes?
El mundo necesita personas inteligentes que sepan distinguir lo correcto de lo incorrecto. Lo bueno de lo malo. – “Personas con buen corazón”, como dice el líder espiritual y político en el exilio, su SS el Dalai Lama. Aunque fuéramos muy superdotados, los ordenadores ya pueden hacerlo por nosotros, teniendo acceso a toda la información.
Pasamos de culturas tribales e instintivas a culturas racionales y académicas. ¿Podemos decir que la sociedad más culta se comporta de manera más extraordinaria con los demás? o ¿se han creado sociedades competitivas donde saber más es ser mejor, superior? ¿El conocimiento nos hace más humanos? Depende qué conocimientos y el uso que hagamos de ellos.
Puede que tengamos más recursos para desenvolvernos, y sí, seamos más civilizados, respetuosos con los demás, pero existen muchas sociedades desde hace siglos, muy cultivadas y la realidad es que no ha servido para ver un mundo mejor, más justo e igualitario.
La mente se vuelve astuta cuando se retroalimenta sólo de conocimientos convencionales. Queda fascinada por el conocimiento y quiere saber más. Si además los éxitos académicos están muy bien reconocidos entonces se motiva la competición.
Podemos concluir que el conocimiento es muy importante, pero sólo fomenta el individualismo, personas vacías y desconectadas de la humanidad. La comprensión más allá del intelecto abre la mente a una realidad que abarca todo, mis necesidades, y las de los demás, dando sentido al aprendizaje y al conocimiento.
Adquirir conocimientos para un uso correcto y ético, es lo que lo que fomenta la creación de sociedades más compasivas y altruista, con menos diferencias y más justas. La práctica de la meditación que enseña la filosofía oriental se enfoca en cómo ser más atentos, amables con los demás, y con todos los seres que nos rodean, incluyendo toda la naturaleza. Respetar toda forma de vida con compasión y con el deseo de que puedan liberarse del sufrimiento.
Se han hecho estudios clínicos ( a monjes tibetanos), en neuroimagen, donde se pueden observar los cerebros de las personas que practican meditación, y se ha podido apreciar como en el lóbulo parietal, por ejemplo, donde se regula el sentido de sí mismo, y el individuo se proyecta en forma tridimensional en el espacio, es decir, donde me distingo del yo, y del exterior, al practicar por un tiempo la meditación, de manera regular, se pierde la sensación de unicidad y del espacio tiempo.
¿Perder la sensación de ser “yo”, y del ” espacio tiempo”? Da un poco de cosa pensar que se pueda dejar de estar tan pendiente de mí y tan preocupado de como soy respecto a los demás. Me gusta ser alguien, que me reconozcan, me alaben, me valoren, etc. Me hace sentir bien. Aumenta la autoestima, o la disminuye, si me estoy comparando con los demás, pues realmente este concepto de autoestima es el miedo a dejar de ser alguien, ser importante o no, válido, aceptado o reconocido, etc. En base a estas aspiraciones se fundamentan los modelos sociales competitivos. Estos modelos sociales generan personalidades que pueden distorsionar la realidad. Este “yo” tendrá miedo a no ser alguien, a que no le reconozcan, le admiren, le quieran etc.
Puedo pensar que la meditación no es para mí. Me gusta vivir intensamente y ser yo mismo/a. Cuanto más ocupados estemos en nuestros asuntos, más individualistas nos volvemos. Más atrapados en el tiempo por conquistar aquello que solo “yo” puedo conquistar o conseguir. Es una verdadera alucinación. La meditación nos libera de la alucinación de un “yo” que se cree sólo. único e importante en el mundo, o en contrapartida, que no es nadie, que no sirve para nada. La meditación equilibra el sentido de sí mismo.
